Las carillas de composite son láminas hechas de resina, y son ampliamente utilizadas en la odontología estética. Su uso más frecuente incluye la modificación del color, en caso de haber manchas o decoloración, la corrección de la forma o el tamaño de los dientes y la cobertura de espacios en caso de separación leve. Sin embargo son también muy utilizadas para reparar dientes fracturados, por ser moldeables y resistentes.

Su duración aproximada es de 5 años, aunque varía en función de los hábitos y el cuidado del paciente. Pasado ese período, su textura y coloración pueden dar muestras de deterioro, aunque tienen la gran ventaja de ser completamente reversibles y reconstruibles.

Las carillas de composite son una solución rápida y económica que no toma más de dos sesiones en consulta dependiendo, por supuesto, del número de dientes que las necesiten.

Las carillas de composite son una solución rápida para muchos problemas puntuales o de magnitud menor. Principalmente porque están compuestas por varias capas de resinas distintas que permiten moldearlas según la necesidad.

Una vez seco, el composite es un material duro con el que se puede restaurar dientes fracturados, rellenar espacios interdentales o cubrir manchas y decoloraciones.

Su apariencia es totalmente natural, ya que las resinas son pigmentadas antes de ser aplicadas. Esto hace que se adapten a la forma y textura de la dentadura, y que queden con el mismo color.

A diferencia de las carillas de porcelana, las de composite no requieren tallar los dientes, lo que hace que su colocación sea más rápida y sencilla. Además es un tratamiento totalmente indoloro y que no presenta dificultades cuando llega el momento de reemplazo, reparación o reconstrucción.

Sus beneficios físicos y estéticos las convierten en una opción sencilla, práctica y económica, por su capacidad de llenar espacios y ocultar diferencias estéticas como pueden ser la forma, el tamaño, o el color.